-Capítulo 1: “El falso
malentendido”
Eran las 18:00 de la tarde. Marta, una
chica de 19 años, estaba en su habitación estudiando. Su vida le
parecía perfecta para algunos, ya que sacaba muy buenas notas en la
universidad, pero para ella no era tan perfecta.
Sus padres se habían divorciado hace
3 años, y su madre había caído en el alcoholismo. Ella tenía que
ocuparse de todo: de la casa, de su madre, de sus estudios, de todo.
Su padre no le cogía el teléfono desde que se separaron. Vivía
además con su hermano Raúl, un adolescente de 15 años.
Esta tarde, Marta no se podía
concentrar en sus estudios, pero eso no era lo peor de lo que estaba
pasando. En una fábrica de las afueras de Madrid, dos hombres
esperaban una mercancía de drogas para su jefe. El coche llegó:
-Ya era hora, ¿no?-dijo uno de los
dos hombres mientras un chico salía del coche que acababa de llegar.
-Tranquilo tío-dijo aquel chico-, no
te aceleres. La droga estará igual de buena llegue más tarde o más
pronto.
-Venga sácala ya-dijo uno de los
hombres.
-Vale-dijo Sergio, el chico.
Se acercó con los dos hombres al
maletero y lo abrió: estaba vacío. Sergio no podía creer lo que
estaba viendo.
-Os juro que estaba aquí-dijo
volviéndose.
En ese momento un tiro le atravesó la
cabeza.
-Será mejor que informemos
inmediatamente al jefe-dijo uno de los hombres.
Los dos hombres se montaron en el
coche en el que habían llegado dejando a Sergio muerto en las
afueras de la fábrica.
A varios kilómetros estaba su
hermano, Javier, hablando por Messenger. Era un chico de unos 21
años, algo rebelde pero decente. Llegaron las 22:00 de la noche.
-¿Dónde se habrá metido
Sergio?-dijo Javi preocupado.
Sabía que su hermano estaba metido en
drogas, y aunque quería que lo dejase, él no quería. En ese
momento se asomó a la ventana para ver si venía y vio como dos
hombres se bajaron de un coche sacando una pistola.
-¡Mierda!-dijo Javi.
En ese momento cogió el móvil y su
cartera y salió por la escalera de incendios antes de que le viesen.
Bajó y abrió el coche de los dos hombres para saber qué era de la
mafia.
Se enteró de esa forma que su hermano
había sido asesinado y de que iban a matar a una persona que lo
sabía: a él.
Javi salió corriendo hacia la casa de
Marta. Llegó muy cansado y llamó al timbre. Marta le abrió:
-¿Qué te pasa?-dijo Marta.
-¿Puedo pasar?-dijo Javi.
-Claro-dijo ella.
Los dos fueron a la habitación de
Marta.
-Cuéntame-dijo Marta-, ¿Qué ha
pasado?
-Han matado a mi hermano-dijo Javi.
-¿Cómo?-dijo ella-, ¡joder tío!
¿Ha sido por lo de la…?
-¡Sí!-dijo Javi-, ¡por las putas
drogas! A saber qué haría para que le matasen.
-Lo siento mucho-dijo Marta.
-No puedo volver a mi casa-dijo Javi-,
me tengo que ir del país.
-¿Del país?-dijo Marta-, ¿tú
porqué?
-Porque me van a matar a mí-dijo
Javi-, por ser la única familia que tiene y que igual lo sabía.
-¡Joder!-dijo Marta-, te voy a
regalar el coche de mi padre.
-¿Cómo?-dijo Javier-, ni hablar.
-¡Qué sí!-dijo Marta-, ya que para
él no existimos haré lo mismo. Coge el coche y vete e intenta
contactar conmigo alguna vez.
Los dos se dieron un abrazo. Marta
bajó a la calle para darle las llaves y a sacar unas cosas del
maletero.
En ese momento apareció un coche. El
hombre de dentro comenzó a dispararlos.
-¡A los dos!-dijo uno de ellos-,
¡matad a los dos!
-¡Joder!-dijo Javi-, ¡sube Marta!
Los dos se subieron al coche y
arrancaron. Aceleraron con los otros detrás. Consiguieron meterse a
las afueras por un camino y los despistaron. Pararon en medio de la
nada:
-¡Joder!-dijo Javi-, ahora creen que
tú lo sabes.
-¿Y eso qué significa?-dijo Marta.
-Que no puedes volver-dijo Javier.
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