Capítulo 2: Saliendo del lugar
-¿Cómo?-dijo Marta-, no puedes estar
hablando en serio.
-Claro que estoy hablando en
serio-dijo Javier-, ¿qué quieres? ¿Volver y que sepan donde vives
matarte a ti y a tu familia?
Marta no puedo evitar soltar una
lágrima: él tenía razón.
-¿Qué vamos a hacer?-dijo Marta.
-Tenemos que ir a Cádiz, al puerto,
allí nos llevarán hasta un lugar seguro hasta que todo pase-dijo
Javier.
-No me puedo creer lo que está
pasando-dijo Marta-, ¿no puedo escribir a mi madre?
-Como tenemos la suerte de que no
saben dónde vives, la podrás hasta llamar-dijo Javier-, pero lo
mejor es que sea mañana por la mañana. Vamos.
Los dos se subieron en el coche camino
de Cádiz. Iba a ser un largo viaje.
Mientras, los dos tipos que dispararon
contra ellos acababan de llegar a su base y estaban delante de su
jefe, Arturo.
-No pudimos hacer nada-dijo Carlos,
uno de ellos-, además se fue con la chica.
-Esto nos puede dejar a todos en
calzoncillos si no hacemos nada-dijo Arturo-, quiero ver a esos dos
muertos. Poned vigilancia justo donde tenía aparcado el coche.
A la mañana siguiente, Marta y Javier
se despertaron. Habían dormido en el coche en un descampado. En ese
mismo momento, Andrea, la madre de Marta, se despertó y fue a llamar
a sus hijos. Se quedó helada al ver que no estaba su hija.
-Voy a llamar a mi madre-dijo Marta-,
a esta hora nos suele despertar a Raúl y a mí.
Marta cogió el móvil y llamó a su
madre. Andrea estaba muy alterada pero escuchó a su hija. No pudo
creer lo que estaba oyendo pero finalmente apoyó a su hija.
-No me es fácil renunciar a mi
vida-dijo Marta.
-No estás renunciando a tu vida-dijo
Javier-, te prometo que volveremos.
-¿Aquello de allí es una
persona?-dijo Marta señalando a una zona de donde estaban.
-Creo que sí-dijo Javier-, vamos a
preguntarle si tiene algún mapa.
Los dos se bajaron del coche para ir a
hablar con aquella persona. Los dos secuaces de Arturo habían
conseguido seguir las pistas de ellos gracias a algunos vecinos.
Llegaron a la carretera y al ver el
coche se pusieron a dispararlo hasta que saltó por los aires sin ver
que no había nadie dentro.
-¡Mierda!-dijo Javier-, menos mal que
no estábamos dentro.
-Nos están siguiendo demasiado la
pista-dijo Marta-, y ahora no tenemos cocho. ¿Qué vamos a hacer?
-Llegar hasta el próximo pueblo o
ciudad-dijo Javier-, voy a llamar a un amigo.
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